30.11.06

El perfume. Cuéntame ese libro


Apenas recuerdo la novela escrita por Suskind, que leí hace muchos años. Las primeras noticias que tuve acerca de la película me alegraron, aunque me tomé el asunto con desconfianza. Como ya han dicho muchos, la tarea era casi imposible. Cuando aparecieron las primeras imágenes decidí que no quería ver la película, que tenía muy mala pinta. Finalmente, empujado por razones contractuales con mis amigos fui a verla. Me esperaba una auténtica chapuza, un aburrimiento, aunque no llegó a tanto.
El problema con esta adaptación es el contrario a lo habitual: en este caso se intenta ser demasiado fiel al original. Y así nos encontramos ante algo que parece una película, se puede ver como una película, pero no es una película.
El protagonista, Ben Whishaw, no puede expresar con sus gestos lo que pasa por la mente de nuestro querido asesino, y en algunos momentos intenta parecer malvado, lo que muestra una total falta de comprensión de la novela de Suskind. Las inmersiones en el mundo olfativo por medio de las imágenes no nos evoca nada nuevo... y las capacidades de superhéroe de Grenouille casi provocan en mí una carcajada histérica. Otros actores como Dustin Hoffman o Alan Rickman no destacan en absoluto, resultando el segundo incluso ridículo.
Pero lo peor de todo son los interludios narrativos: cuando nuestro protagonista vaga solo por la ciudad, especialmente en la primera parte de la película, cuando se ha de llenar el vacío con algún tipo de voz que no haga creer a la gente que esta es una película "rara", se nos mete con calzador la voz de un narrador que nos lee pasajes enteros de la novela, suponemos que muy ruborizado. Mientras en el libro la palabra resulta un fiel sustituto del olor, la imagen en este caso se nos presenta pobre y carente de vida para expresar la sinestesia, los matices, la melancolía.
Imaginemos por un momento que alguien nos cuenta un libro de cabo a rabo pasando por alto detalles fundamentales y ateniéndose al hilo argumental y a un par de guiños rápidos sobre lo ingenioso que es el autor. Pues eso es esta película.
Traté de convencer a mis amigos en balde de que Casino Royale probablemente sería una forma mejor d emplear nuestro tiempo una aburrida tarde de domingo, pero no hubo manera. Y no me equivocaba. No es que la nueva de Bond cumpla meramente con su propósito mejor que El perfume con el suyo. Es que es una película mejor: en todos los aspectos.

7.11.06

Yo he venido aquí a hablar de la película

Estaba desesperado. No sólo la falta de tiempo me ha tenido apartado de este blog... Aunque precisamente el retrasarme unos pocos días en escribir las entradas que tenía planeadas ha provocado un mayor retraso. Digamos que el blog ha pasado unas semanas con un atasco de narices. Por una parte, comparto plenamente las diatribas expresadas en este post de Sindrogámico. Andaba yo días pensando en hablar de Hijos de los Hombres como la mejor película de los últimos tiempos. Pero el tiempo pasaba y mis ideas sobre el asunto iban dando lugar a otras nuevas y menos interesantes. Además de lo difícil que es hacer una buena crítica de algo, me he encontrado con una complicada situación: yo no sé demasiado de cine. Consumo mucho, pero que mucho, tanto del bueno como del regular, y a veces del malo. Sin embargo, la mayoría de los factores técnicos se me escapan. Por una parte, leo todos los días críticas de cine que me muestran la poca vergüenza de determinadas personas para publicar lo primero que excreta su pensamiento, sin miedo a hablar de determinadas cosas como plano, contraplano o secuencia teniendo incluso menos nociones que yo. Así que, en ocasiones, me echo la manta a la cabeza y me atrevo con todo. Pero es que mira tú por donde, si nos ponemos así, poco tendría que decir de esa película que no se haya dicho ya. Insisto en que lean el post en Sindrogámico sobre este asunto. Pero a esta cuestión se le sumaba otra con la que he tenido que lidiar ya cuando escribí la crítica sobre El laberinto del fauno: yo he venido aquí a hablar de la película. De sus ideas, de sus significados implícitos y explícitos, de lo que me ha hecho sentir, de lo que me ha repugnado, de las argucias de sus artífices, y otras muchas cosas. Y no puedo hacerlo sin contar cosas de la película. Soy un puro Spoiler. No lo puedo evitar. Por eso cuando alguien me pide que le recomiende una película no suelo dar demasiadas razones. Les digo un par de nombres y ya está. Sin embargo, cuando me entero que algún amigo ha visto alguna que me ha gustado o he odiado me puedo pasar horas hablando, compartiendo experiencias, deleitándome en la discusión sobre alguna secuencia durante largo, largo tiempo. Y eso es lo que tengo ganas de hacer aquí cuando me pongo a escribir; y luego me rajo y pienso: "no, escribiré algo que haga que la gente que no la ha visto tenga ganas de ir a verla"; y me veo incapaz de hacerlo sin revelar detalles sustanciales de la trama. Por eso se va atrasando y atrasando y al final nada.
Algo parecido me sucedió al plantearme la crítica al concierto de El Columpio Asesino: hablar de qué canciones habían tocado y cuáles se habían dejado en el tintero; del enorme y desagradable retraso; de la incapacidad manifiesta del ingeniero de sonido en la primera mitad del espectáculo; que si son fieles al material grabado, etc... todo esto me hastía. Es un gran grupo y fue un concierto aceptable. Y no voy a escribir un post para decirlo...
Quizás en otro momento me de por escribir una crítica al uso sobre un disco, un concierto o una película. Mientras tanto, avisaré cuando en algún post reviente argumentos y no me encerraré en la promoción gratuita.
Gracias a esta entrada el atasco habrá desaparecido. Se han ido por el desagüe mis ideas sobre los temas que quería tratar sin tener que hablar directamente de ellos. Lo que si que afirmo sin lugar a dudas y no podía quedar sin decirlo es que la última película de Scorsese es una porquería sólo por el insulto a todos aquellos que la ven en sus últimos segundos, cuando todo estaba resuelto y no quedaba por decir nada más. Señoras y señores: Scorsese cree que la gente que ve sus películas es idiota. Ya le pasó a Ridley Scott en Gladiator, cuando pensó que el hombre del siglo XXI no está preparado para ambigüedades y metáforas.