
En Murcia desde hace unas semanas
tenemos salvadores. Todos aquellos que disfrutamos tomando unas copas en la noche murciana podemos encontrarnos en cualquier momento con estas brigadas de jóvenes que tratan de decirnos qué tenemos que hacer y qué no. Especialmente se han lucido cuando han comparado el uso del condón con las drogas. Toma ya. Se nota que la doctrina está muy por encima de la razón.
No seré yo quien diga que la calle no es de todos, pero no alcanzo a comprender por qué estas personas están autorizadas para hacer ruido por la noche mientras que yo no puedo irme por bulerías a la puerta de un bar cuando me apetezca.
Tampoco entiendo demasiado bien cómo se les permite que adoctrinen en contra de la salud pública recomendando no usar preservativos.
Ando pensando yo en ir a alguna iglesia a hablarles de los beneficios del sexo sin amor, de tomarse una copa de vez en cuando y, especialmente, de los beneficios de usar la razón frente al abuso del dogma. Claro que la calle es de todos, y las iglesias no. Eso es algo a tener en cuenta especialmente en Semana Santa, cuando es imposible dar un paso por la ciudad sin toparse con algún inconveniente por la gracia de Dios.
Y eso por no hablar de los hospitales, las visitas no consentidas y el reparto de hojas parroquiales sin ser solicitado. Día tras día las técnicas de la Iglesia Católica se parecen más al
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