
Pete Burns, líder de la banda Death or Alive, despertó gran fascinación en todo el mundo a mediados de los 80, especialmente en Japón, por su look andrógino, su forma de bailar y su one hit wonder You spin' me round (like a record) Fue una de tantas figuras de la escena musical del momento vacías de contenido y con calidad musical dudosa aunque con una estética tan potente que todo lo demás no importaba para vender discos. Pero Pete fue un personaje muy especial dentro de esta categoría: surgió de la misma hornada de músicos de Liverpool que Echo and the Bunnymen y Teardrop Explodes, rechazó ser telonero de Madonna, consiguió que Michael Jackson cambiara las fechas de su gira para no encontrarse con él, Morrissey le invitó a cantar en un concierto Barbarism begins at home (fue íntimo suyo hasta que un día se presentó en una fiesta a la que le había invitado con un abrigo de piel) y estuvo verdaderamente acertado cuando fue producido por Pet Shop Boys.
Se separó de su mujer, con la que llevaba veinte años casado, celebrando poco después nupcias con su novio, y tras cientos de horas de tatuajes y operaciones de estética se enfrentó legalmente a su cirujano por convertirle en un monstruo, ya que tuvieron que coserle el labio porque se desplomaba de tanto colágeno infiltrado. Reapareció como una glamurosa mermaid para lanzar la vigésima remezcla del tema de Stock Aitken and Waterman que ya se había convertido en un himno gay. Poco después, su aparición estelar en el Big Brother británico, al que aterrizó con un abrigo de piel de gorila, le devolvió su presencia en los medios, aunque esta vez como freakazo oficial.
La increíble transformación física que ha experimentado le ha convertido en una obra de arte en sí mismo, así como lo es Orlan por voluntad propia, expresión de lo abyecto, una llamada de atención sobre la filtración natural en nuestra cultura de las operaciones de estética y la belleza del colágeno y el botox. Actrices como Nicole Kidman o Meg Ryan deberían plantearse si sus nuevos rostros son en realidad más bellos de lo que eran... Algunos cirujanos plásticos afirman que no sólo operan el cuerpo, sino también el alma. Ahora que los demonios de Pete Burns están en su apariencia, ¿habrá quedado su alma limpia?